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En la Reserva de la Biosfera La Encrucijada, muchos pequeños productores están abandonando los agroquímicos y adoptando prácticas regenerativas que restauran los suelos y protegen los ecosistemas
En la Reserva de la Biosfera La Encrucijada, muchos pequeños productores están abandonando los agroquímicos y adoptando prácticas regenerativas que restauran los suelos y protegen los ecosistemas
News 9 abr 2025

El Paisaje Chiapas se ubica en la costa del estado de Chiapas, en México, entre la Sierra Madre y el litoral del Pacífico. Tiene un área de intervención de  339.000 hectáreas, que incluyen el área natural, La Reserva de la Biosfera La Encrucijada (REBIEN), uno de los hotspots o puntos calientes de biodiversidad más importantes de Norteamérica. En su área de influencia se combinan diferentes ecosistemas costeros naturales, como los manglares, que proveen una amplia gama de servicios ecosistémicos para todo la costa. 

En el área del Paisaje, más de 100 comunidades dependen de los recursos naturales para su subsistencia, practicando diferentes actividades productivas. Entre las más relevantes está el cultivo de palma de aceite, que ha permitido mejorar las condiciones económicas de muchas familias. Sin embargo, dentro de REBIEN, existen productores ubicados en zonas no permitidas, donde las condiciones para la palma no son ideales, la productividad es baja y el cultivo no es rentable. 

El Paisaje corresponde a la mayor zona de abastecimiento de aceite de palma a nivel nacional, conocida como Soconusco. Si bien el cultivo ha beneficiado económicamente a la región, hay retos para lograr la sostenibilidad. 

Frente a estos desafíos, el proyecto Paisaje Chiapas fue lanzado en 2020 para implementar un modelo de gestión sostenible del paisaje al largo plazo, a través de la aplicación de prácticas de agricultura regenerativa y el abastecimiento responsable en la cadena de suministro del aceite de palma en la Encrucijada y su área de influencia. 

“Con esta visión, más allá de las cadenas de suministro, podemos fortalecer o recuperar algunas acciones que ayudan a las comunidades y los productores con los que trabajamos a adaptarse [a los cambios globales como el cambio climático], y a hacer las sinergias con las instituciones u otras organizaciones que están buscando mejorar la resiliencia de los habitantes en la costa y el equilibrio entre medios de vida y conservación”, explica Matilde Rincón, Gerente del Paisaje Chiapas en Earthworm Foundation. 

El trabajo de Earthworm en la zona comenzó en 2013, creando relaciones con las molineras y refinerías de aceite de palma. Luego, durante 2015 y 2019, se hizo un diagnóstico detallado de los retos y de los principales agentes de la cadena de suministro. Esta fue la base para elaborar el Plan de Acción del Paisaje de Chiapas 2020 - 2025, que tiene como ejes el desarrollo de la agricultura regenerativa, la transformación de la cadena de suministro, la protección y restauración forestal y el fortalecimiento de la resiliencia de los agricultores, con énfasis en la inclusión de los pequeños productores de palma.

Luego de cuatro años de ejecución, el proyecto ha consolidado un modelo de gestión sostenible a través de planes integrales de parcela en 518 hectáreas, ha entrenado 301 personas en el manejo sostenible de los recursos naturales, y ha logrado la restauración de 6 hectáreas de humedales críticos, entre otros logros. 

Todo esto ha sido posible gracias al apoyo de los aliados financiadores del proyecto, como Cargill, que se unió a este esfuerzo colectivo. Las empresas han asumido compromisos de gran alcance para respetar a las personas y la naturaleza en sus cadenas de suministro y colaboran en un proceso continuo de mejora e innovación.

Trabajando de la mano con Cargill 

La relación entre Cargill y Earthworm comenzó en 2010 y se consolidó en 2013, a través del lanzamiento del primer proyecto conjunto para alcanzar los compromisos de la empresa relacionados con la palma de aceite, con énfasis en los mercados de Estados Unidos, Canadá, Europa, Australia, Nueva Zelanda y Brasil. 

En 2014, Cargill publicó una versión revisada de sus políticas de palma responsable y se convirtió oficialmente en miembro de Earthworm para reforzar su trabajo hacia cadenas de suministro regenerativas que beneficien a las personas y el planeta. Desde entonces, Earthworm ha apoyado a Cargill en la transformación de varias cadenas de suministro y en proyectos de paisaje. 

Esta alianza incluye el desarrollo de capacidades para mejorar las prácticas y políticas de sus proveedores, y acciones frente a problemáticas laborales y de deforestación relacionadas con la cadena de suministro. En el marco de esta alianza, el Acuerdo Maestro Trianual 2024-2027 busca fortalecer el abastecimiento responsable en la cadena de suministro e implementar prácticas de agricultura regenerativa entre 250 productores de palma de aceite en el Paisaje Chiapas.

Revitalización de suelos y cuerpos de agua 

Oscar Roblero es un palmicultor de 52 años de la comuna Consuelo Ulapa, Municipio de Acapetahua, en la parte norte del Soconusco. Desde que sus padres migraron del vecino estado de Oaxaca, su familia se dedicó sucesivamente al cultivo de tabaco, maíz, sandía y mango y a la ganadería. Como muchos otros agricultores de la región, Roblero y su familia incursionaron en la producción de palma aceitera a principios de la década de 1990 como parte de una campaña de estímulos del gobierno para desarrollar este cultivo en la zona. Actualmente, tiene dos hectáreas y media sembradas de palma.

“Con esto que está implementando Earthworm para las buenas prácticas, como que hay más ánimo, ya están viendo que hay que echarle [ganas], porque al final de cuentas es beneficio para el productor y para el planeta también. Y mientras no nos digan y no nos orienten, pues nosotros seguimos con las prácticas anteriores”, opina Roblero. 

“Ahorita, lo que más está entusiasmando a los productores es el reparto del Supermagro. Aquí siguen con la cuestión de químicos, están acostumbrados a que compran la mezcla, se lo echan y punto. Yo les digo: no, una cubeta de 20 litros de Supermagro equivale a cinco de Triple 17 (un fertilizante químico) y tienes mejores resultados”, agrega Roblero. El Supermagro es un biofertilizante orgánico-mineral que se obtiene mediante la fermentación de materias orgánicas y minerales, y su fabricación y uso ha sido promovido por el Paisaje Chiapas. 

Según Leonardo Castro, Oficial de Campo de Earthworm, “casi todos los productores con los que trabajamos han eliminado el uso de herbicida por completo”. Aunque reconoce que todavía se siguen usando fertilizantes nitrogenados, como la urea, Castro sostiene que “en las últimas fechas ha disminuido el uso de estos fertilizantes químicos para hacer una combinación química orgánica”.

Así lo hizo Rodrigo Hernández, un palmicultor de 81 años propietario de una parcela de una hectárea en la comunidad de El Herrado, ubicada en la zona núcleo de la Encrucijada. Hernández cuenta cómo mejoró la calidad del suelo gracias a la utilización de fertilizantes orgánicos y las capacitaciones en buenas prácticas que ha recibido por parte del proyecto: “Utilicé los fertilizantes que me enseñó Leonardo a hacer y le eché a todo. Hay como 35 árboles. Estoy muy agradecido a ellos [Earthworm]”. 

Además del uso intensivo de agroquímicos, el deterioro del suelo en la REBIEN y su área de influencia es consecuencia de la acumulación de sedimentos en las lagunas costeras, producida por la erosión y el impacto de las actividades humanas a lo largo de la cuenca y el cambio del cauce de los ríos, que arrastran grandes cantidades de tierra hacia las partes bajas. 

“[Esto] afecta la biodiversidad, la hidrología y los flujos ecológicos y disminuye el volumen de agua superficial, o sea, la profundidad de agua de los esteros. Hay lagunas que ya no existen, que en el mapa se ve o que la gente nos dice que eran lagunas”, explica Leonardo Castro, quien advierte que este fenómeno, conocido como azolvamiento, es el problema ambiental más serio que enfrenta la REBIEN. Esto no solo reduce la cantidad de agua dulce disponible para los cultivos, sino que también altera el intercambio natural de agua dulce y salada, lo cual aumenta los niveles de sal en los suelos agrícolas cercanos, reduce su fertilidad y permite el avance de la frontera agropecuaría. 

Para hacer frente a esta problemática, una de las acciones promovidas por Paisaje Chiapas es la eliminación de los cultivos de palma de las zonas donde no está permitido en la Reserva y la restauración de la vegetación nativa en las riberas de los ríos y zonas próximas a otros cuerpos de agua. Según Matilde Rincón, el proyecto aspira a revitalizar aproximadamente 80 hectáreas en las riberas de dos de los seis ríos que fluyen a través de la REBIEN para mejorar la conectividad hídrica, la disponibilidad de agua dulce y la fertilidad de los suelos.  

Estas medidas buscan contribuir a mejorar la productividad y la rentabilidad de los pequeños palmicultores para poder garantizar la sostenibilidad de su negocio. En palabras de Oscar Roblero, “el cultivo sostenible no pienso que sea costoso, simplemente es dedicarle el tiempo que requiere para tener más beneficios y provechos para los trabajadores, las familias y la comunidad. Aunque a veces los precios se caen, siempre se rescata algo de lo que producimos. Pero hay que invertirle tiempo a la palma para que sea más productiva”. 

Building sustainable supply chains 

Otro de los frentes en los que trabaja Paisaje Chiapas es la diversificación de cultivos, una práctica de agricultura regenerativa que también contribuye a la sostenibilidad de las cadenas de suministro. En el caso de los palmicutores, les permite generar un ingreso adicional a la cosecha de palma aceitera. Y para los productores que deciden sustituir el cultivo de palma, garantizan un manejo responsable. Además, esto contribuye a recuperar la calidad de los suelos degradados, evitar la propagación de plagas y enfermedades, ayuda a aumentar la rentabilidad de las parcelas y fortalece la resiliencia de los agricultores frente a las fluctuaciones del mercado y la inseguridad alimentaria. 

Rodrigo Hernández participa desde hace dos años en un piloto de diversificación de cultivos del proyecto. Según cuenta, gracias a él, hoy tiene en su finca “cultivos para vender: habanero, guayaba, piña, papaya, romero, yuca, té limón [limoncillo o cedrón], rábano, pepino, calabaza, milpa, ajonjolí y frijol”. Estos pilotos hacen parte de una estrategia más amplia que no solo busca diversificar los cultivos, sino también reemplazar la palma aceitera en lugares críticos, como en los terrenos que se encuentran dentro de la REBIEN y los que están en los bordes de los ríos.  

Al frente de este proceso está Leonardo Castro, quien explica que en los dos o tres años después de eliminar la palma en los pilotos, la mayoría de los productores no tenían buenas cosechas de maíz ni de los otros productos que la reemplazaron debido a la degradación del suelo. Esto los obligó a implementar técnicas de recuperación a través de abonos orgánicos, biofertilizantes y la inyección de microorganismos, incluyendo el cultivo de lombrices, una de las técnicas más usadas debido a su bajo costo económico. 

“Todas estas experiencias que tenemos con los productores nos ayuda a tener un poco más de argumentos con las extractoras, para demostrar que la palma sí puede estar con otros cultivos y que es importante apoyar al productor en la diversificación para que puedan alinearse a los requerimientos del mercado”, explica Matilde Rincón. 

Por su parte, Gustavo Pérez, Gerente de Proyectos de Pro Palma Oleosur, compañía dedicada a la extracción y refinación de aceite de palma, opina que las características del modelo de producción mexicano hacen necesario que las empresas apoyen a los palmicultores para que puedan alinearse con las normas de sostenibilidad, como el Certificado RSPO. 

Según explica Pérez, en México, a diferencia de otros países, la gran mayoría de los palmicultores son pequeños productores, que llegan incluso a tener menos de una hectárea cultivada. En Chiapas, por ejemplo, el 90% de los cerca de 5.000 palmicultores son pequeños productores, los cuales no cuentan con el músculo financiero para costear los estudios ambientales y demás requisitos exigidos por estas normativas. 

“En la parte financiera, la empresa [Oleosur] es la que traslada el producto de las parcelas. Ahí hay un costo de transporte que no se traslada al productor, que lo absorbe la compañía” explica Pérez, quien también subraya la importancia de este tipo de apoyo para fidelizar a los productores y asegurar su permanencia en cadenas de suministro sostenibles. 

“La mayoría [de productores] se compromete con una empresa y nada más les suministra a ellos. Y en esas iniciativas, [las empresas] dicen: ‘nosotros ya queremos trabajar con pilotos para monitorear estos impactos, ver si efectivamente se está reduciendo la huella de carbono’”, señala Pérez. 

Este tipo de apoyos a los cultivadores representa una oportunidad valiosa para las empresas, para asegurar la trazabilidad de sus productos de cara a la creciente orientación del mercado hacia un consumo cada vez más sostenible. “Si esa tendencia está, pues tienes dos opciones: o resistes al cambio o simplemente te alineas y avanzas a pasos agigantados y obtienes una ventaja competitiva y comparativa respecto de tu competencia”, agrega Pérez.

Al respecto, Juan Carlos Castro considera importante implementar mecanismos más efectivos para asegurar la trazabilidad a lo largo de toda la cadena como forma de luchar contra la deforestación y la invasión de los ecosistemas protegidos.  

“Si se buscara la trazabilidad de las semillas, tendría que meterse un reto muy fuerte. Primero, porque demostrar que el aceite que se está comprando no proviene de La Encrucijada es muy difícil. Y luego, porque cuando alguna empresa extractora no le compre a gente que tiene los cultivos adentro, pues esas personas se lo van a vender a otro intermediario, que lo va a vender en otro lugar de Chiapas o incluso de Guatemala. Eso difícilmente lo van a poder controlar las empresas, a menos que todas se pongan de acuerdo y entre todas hagan esa certificación”, advierte Castro. 

Restauración de manglares y reconversión de cultivos

Para Juan Carlos Castro, Director de la Reserva de la Biosfera La Encrucijada, parte de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), una de las principales preocupaciones ambientales dentro de la Reserva es la llamada “palma invasora”, que es la que se produce por la dispersión de la semilla y no por el cultivo. “Hay lugares donde las palmeras africanas han invadido y entonces la gente entra, quita la vegetación circundante y lo que era un manglar se vuelve un área de aprovechamiento de palma africana, pero no fue un cultivo. Y la gente sigue viviendo en esa tierra”, explica Castro. 

La REBIEN alberga un sistema de más de 32.000 hectáreas de manglares, que pueden alcanzar hasta 35 metros de altura, lo que los posiciona entre los más altos de Norteamérica. Su desaparición es una noticia alarmante, pues los manglares proporcionan una amplia gama de servicios ecosistémicos esenciales como el control de la erosión costera, la protección contra los embates de tormentas y huracanes, la producción pesquera de la que dependen miles de pescadores, además de capturar más carbono que un bosque terrestre. 

En el marco del Paisaje Chiapas, Earthworm está trabajando de forma conjunta con la CONANP en una estrategia de eliminación de la palma invasora. “Finalmente, se logró que las extractoras hicieran un acuerdo con el gobierno, con La Encrucijada y con la CONANP para pagar brigadas para eliminar esta palma”, explica Matilde Rincón. 

“Dentro de esta alianza, logramos tener un modelo para la sustitución del cultivo y financiar un piloto. Ahora buscamos financiamiento para escalar este modelo para otros productores que estén interesados. Es importante el trabajo coordinado con otras organizaciones. Actualmente, hemos logrado consolidar sinergias con otras organizaciones y colaboramos en una iniciativa que tiene como objetivo restaurar 350 hectáreas de manglar y sustituir 100 hectáreas de cultivo de palma o palma invasora en la zona núcleo de la Reserva”, agrega Rincón. 

El reto principal, según Juan Carlos, es encontrar alguna alternativa productiva para los palmicultores que ya están en la zona: “Tendría que ser con manejo agroecológico, idealmente con restauración ecológica, pero ellos también tendrían que vivir de otra cosa. Todavía no encontramos esa solución, garantizarles los beneficios por estar en ese sitio es muy difícil”. Él también opina que el gobierno debe apoyar financieramente esta reconversión, de la misma manera que el impulso al cultivo de palma aceitera fue tratado como una prioridad en las décadas pasadas. 

“La cadena de suministro de palma es la única que se está preocupando por ayudar al productor a hacer una transición hacia otro cultivo responsable. Con todo lo que se pueda decir en otras partes del mundo, para la zona del Soconusco el cultivo de palma está siendo responsable al no dejar al productor con el problema de una palma que no puede vender porque no cumple con los requisitos del mercado”, concluye Rincón. 

Todas estas acciones del proyecto Paisaje Chiapas se complementan y refuerzan mutuamente, pues al mejorar la productividad de las tierras ya cultivadas y reducir la presión sobre los bosques circundantes, se disminuye la necesidad de deforestar para expandir los cultivos. Igualmente, la restauración del suelo y los cuerpos de agua y la reintroducción de vegetación nativa, como los manglares, contribuyen a la protección de los ecosistemas acuáticos y terrestres de la región y al bienestar de las comunidades que dependen de sus servicios ecosistémicos. 

El reto de la conservación en La Encrucijada es complejo y multifacético. Se requiere la cooperación de comunidades, empresas, instituciones gubernamentales y organizaciones ambientales para encontrar soluciones que permitan proteger este ecosistema vital sin dejar desprotegidas a las poblaciones que dependen de él. La transición hacia modelos de producción sustentables es posible, pero implica un compromiso a largo plazo y una inversión considerable en educación, infraestructura y financiamiento. 

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Products:
Aceite de palma

Miembros:
Cargill

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